La función ejecutiva (también denominada funcionamiento ejecutivo), que puede sonar como un término amplio, es una pieza integral del desarrollo de la primera infancia. Para los niños, el funcionamiento ejecutivo es esencialmente todas las herramientas que los niños aprenden para sobresalir en la escuela, aparte del contenido real del plan de estudios. Estas habilidades son necesarias para funcionar y ser productivos a lo largo del día. Dado que la función ejecutiva se utiliza en todos los ámbitos de la vida cotidiana (el hogar, la escuela y la comunidad), es una parte importante del desarrollo que no siempre se enseña explícitamente en las escuelas.
¿Cuáles son ejemplos de habilidades de la función ejecutiva?
Las habilidades de organización son una parte del funcionamiento ejecutivo, pero hay muchas otras habilidades que caen bajo el paraguas. Entre ellas se encuentran:
- Planificación y programación
- Priorización de tareas
- Tomar la iniciativa para completar las tareas
- Habilidades de autoevaluación
- Memorización
- Adaptación del pensamiento
- Controlar las emociones y los impulsos
¿Por qué es importante la función ejecutiva?
La función ejecutiva es muy importante para todos los niños a medida que van adquiriendo independencia en la escuela y en casa. Mientras que a algunos niños estas habilidades les resultan fáciles sin mucho apoyo, otros niños tienen dificultades significativas para desarrollar sus capacidades de funcionamiento ejecutivo. Es especialmente frecuente que los niños que se encuentran en el espectro autista o que sufren un trastorno de procesamiento sensorial presenten problemas con la función ejecutiva. Por ello, los objetivos de la terapia ABA pueden incluir a menudo el tratamiento de habilidades específicas de la función ejecutiva.
¿Cómo puede la terapia ABA mejorar la función ejecutiva?
Dado que la terapia ABA está basada en la evidencia y se centra en la función de ciertos comportamientos, un terapeuta ABA puede ayudar a los niños a desarrollar habilidades positivas de la función ejecutiva. Parte de la comprensión de la función de un comportamiento es también aprender cómo ciertos entornos pueden causar o afectar a un comportamiento. Al obtener este conocimiento en la terapia ABA, el terapeuta puede ayudar al niño a desarrollar habilidades positivas de la función ejecutiva.
Veamos un ejemplo.
Un niño que tiene dificultades para planificar y programar puede no completar las tareas porque no utiliza una agenda o no coloca las hojas de trabajo en su carpeta para llevar a casa. Un terapeuta de ABA trataría de entender la causa de este comportamiento (por ejemplo, están muy ansiosos en clase y están demasiado abrumados para procesar las instrucciones del profesor para anotar las tareas). Utilizando tácticas como el refuerzo positivo, por ejemplo, el terapeuta ABA puede ayudar al niño a crear el hábito de anotar las tareas. Al comenzar con un pequeño objetivo en la terapia ABA (por ejemplo, anotar las tareas), en lugar de asumir cada habilidad de la función ejecutiva, es más manejable para los niños aprender nuevos comportamientos positivos.
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